Alicante,
21 feb (EFE).- Un 18 % de los niños adoptados presenta un peor ajuste
psicosocial cuando llegan a la adolescencia, derivado de las circunstancias que
motivaron su adopción y arrastra vínculos afectivos inseguros que influyen en
su comportamiento, según coinciden los estudios realizados en este ámbito en
España.
La Universidad de Alicante (UA) desarrolla una novedosa
investigación basada en la teoría del apego, que aborda los modelos más idóneos
en adolescentes adoptados y en familias adoptivas o acogedoras para romper con
esos estilos de afecto inseguros.
"La teoría del apego explica cómo nos relacionamos
afectivamente con los demás y tiene su base en las primeras relaciones que se
establecen en la infancia", ha dicho, en una entrevista a Efe, la
directora del Grupo de Investigación en Intervención Psicosocial con familias y
menores de la UA, Ana Rosser.
De acuerdo con los trabajos sobre la adopción internacional de
niños originarios de Rusia y Europa del Este, el cuarenta por ciento de ellos
presenta indicios de un "apego inseguro" cuando son recibidos por sus
familias adoptivas españolas, ha concretado la también doctora en Psicología y
profesora del departamento de Comunicación y Psicología de la UA.
Sin embargo, según la teoría del apego, "el hecho de que tú
hayas tenido unas condiciones inadecuadas en tu primera infancia no tiene por
qué marcarte de por vida", ha precisado Rosser.
Incluso, los estilos de apego inseguros, que son bastante
estables, se pueden modificar. ¿Cómo? Si aparece una nueva figura de apego: un
nuevo cuidador, una nueva madre, una nueva familia que, de alguna manera, rompe
ese esquema mental anterior, que el niño se había forjado en su primera
infancia, ha indicado.
En algunas ocasiones se precisa de ayuda psicológica, cuando en
los niños o adolescentes adoptados persisten en modelos de apego inseguros más
resistentes al cambio.
Según Rosser, "las familias inicialmente albergan unas
expectativas muy poco realistas al tener idealizado al niño que van a recibir y
pensar que con sus atenciones y cariño podrán resolver todas las dificultades,
y eso no tiene por qué ser así".
"Es verdad que las familias reciben una formación previa a la
adopción, pero también es muy importante que, después, una vez que han recibido
al niño, haya servicios de apoyo para orientarlas sobre cómo actuar, detectar
cuando hay ciertas dificultades y derivar a una terapia si es necesario",
ha especificado.
Todo ello sin perder nunca la perspectiva de que, para un niño
adoptado, todo lo relacionado con su adopción es como un agujero negro que le
gustaría llenar, porque es fundamental para su identidad el saber a quién se
parece, por qué se comporta de ese modo..., muchas preguntas que se plantea de
manera más profunda cuando llega a la adolescencia.
España vivió una especie de "boom" en lo referente a las
adopciones internacionales a mediados de la década de los noventa, que motivó
la llegada de niños, ahora adolescentes, que traían consigo un
"equipaje": una situación de abandono afectivo y no solo material, y
muchas veces de negligencia o maltrato.
"Todo lo relativo a sus antecedentes está en la cabeza de un
adolescente adoptado, a lo que se unen los pensamientos, sentimientos,
ilusiones y anhelos propios de cualquier persona de su misma edad que no ha
sido adoptada", ha señalado la experta.
Y llega un momento de su vida en que enfrentan a su pasado:
algunos no quieren saberlo por temor a lo que descubrirán y, en cambio, otros
"mueven Roma con Santiago" para conocerlo.
"Hay que decir la verdad desde el primer momento, es decir,
no ocultar al niño que ha sido adoptado y aportarle la información de esa
realidad de manera gradual y adecuándola a su entendimiento a medida que va
creciendo", ha remarcado Rosser.
Si llega a "la adolescencia con esa información clara, podrá
afrontar mucho mejor la construcción de su identidad", ha asegurado.
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